Un fascinante tour por Marruecos
Para conocer distintas influencias étnicas y culturales
Un paseo profundo por Marruecos, desde Marrakech hasta el desierto de Erg Chebbi, pasando por Fez y Tánger.
Marruecos ubicado en África del Norte limita con el océano Atlántico y el mar Mediterráneo y se distingue por las influencias culturales árabes, berberes y europeas. La medina de Marrakech es un barrio medieval similar a un laberinto donde disfrutar de diversos entretenimientos en su plaza de Yamaa el Fna y regatear en los zocos (mercados) que venden cerámicas, joyas y lámparas de metal. La Alcazaba de los Udayas en la capital Rabat es una fuente real del siglo XII con vista al mar.
También los turistas pueden alojarse en un raid, aceptar un té con menta, hacer excursiones en el quad por el desierto, fotografiar los palmerales, visitar un hamman, recorrer el pueblo azul mientras se respira de la brisa de la costa atlántica.
La lista de actividades que ofrece el país africano es casi infinita y totalmente irresistible.
Entre los lugares a conocer, uno de los más conocidos es la Plaza Jemma el Fna, donde se encuentran encantadores de serpientes, vendedores y artistas callejeros. También hay restaurantes formales y puestos callejeros donde los cocineros compiten por los clientes a viva voz. Se pueden escuchar a viva voz frases como “Aquí se hace el mejor tajine” o “Coma aquí, dos años sin dolores de estomago nos avalan”, ente tantas ocurrencias para vender sus productos.
De allí se puede optar por contratar una 4x4 para ir hasta Ouarzazate, el cruce del macizo del Atlas transcurre por una impresionante ruta que sube atravesando bosques de cedros. En el camino, se encuentra una cooperativa de productoras mujeres (mayoritariamente viudas) de aceite de argán usado en cosmética y la alimentación.
La visita al K ‘sar Ait ben Haddou es un viaje al pasado. Este alcázar usado en películas por su estructura de adobe, fue refugio de judíos cristianos y musulmanes que comerciaban con las caravanas que se acercaban a Marrakech provenientes del África profunda.
Siguiendo la ruta, se puede conocer la Garganta del Todra, un cañón con un río permanente de agua fría.
Luego se puede ir en busca de camellos y emprender un viaje de tres horas al campamento bereber formado por haimas en la Gran Duna del desierto de Erg Chebbi. Allí se puede comer y luego dormir, lo cual es una experiencia única, ya que quedarse en el desierto en el silencio absoluto, con el cielo estrellado y la fina arena caliente entre los pies resulta totalmente novedoso.
En la mañana desde allí, se puede visitar el Mercado de Rissani, gran bazar de herrajes, especias, ganado, cueros, telas y souvenirs / amuletos tales como cruces del desierto o manos de Fátima. En el mercado, también se puede comprar alimentos. Uno muy solicitado es el madfouna: un pan muy sabroso relleno de carne agridulce.
El próximo destino a visitar el Khamlia, “el pueblo de los negros”, llamado así porque fue formado por africanos que trabajaban los cultivos de los árabes y bereberes, que en forma de pago les cedieron tierras y sus descendientes dieron origen a la música gnawa que hoy se escucha en todo el Magreb.
La gran medina de Fez, la ruta sube hasta los altos valles del Atlas donde hay vacas en vez de dromedarios y perros de pastoreo. Abundan las pasturas y el aire es frío. El Fez era una de las capitales imperiales y se nota en su arquitectura ya que los detallados mocárabes, los azulejos y la yesería denotan la labor de miles de artesanos contratados por quienes honraban al Dios por medio de la armonía de las formas. Allí se puede recorrer mezquitas y la primera Universidad del mundo, los zocos. En la ciudad nueva se pueden ver los bulevares arbolados, residencias imponentes, supermercados y restaurantes. El contraste con la medina antigua es notable.
Tánger, cinco horas de tren la separan a Tánger de Fez, atravesando campos de cebada, trigo y olivares. Un hotel muy confortable para quedarse es el Hotel Continental, una reliquia construida sobre la muralla defensiva de Tánger. Al lado está la medina más pequeña.
La mejor época para viajar: Marruecos cuenta con un clima privilegiado prácticamente todo el año debido a su situación geográfica, de todas formas, el momento ideal es la primavera ya que las temperaturas son más templadas y sus paisajes más bellos. El otoño también puede ser un buen momento.