Ile des Pins, un lugar paradisiaco

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Ile des Pins, un lugar paradisiaco

“La isla más próxima al paraíso”

Más conocida como la Isla de los pinos, -“Kunié” para sus tres mil habitantes-, está situada al sur del Archipielago de Nueva Caledonia y a 80 kilómetros de la ciudad de Nouméa, un sitio alucinante conocido como la “joya del Pacífico” con frondosos bosques dignos de un cuento de hadas.

Este pequeño paraje de 14 kilómetros de ancho y 18 de largo no sabe de estrés, solo de la abrumadora belleza de la naturaleza que crece desbocada en esas latitudes. Lo más inusual sin dudas es el islote circular frente a la principal playa llamada Oro Bay. Los estilizados pinos, típicos del lugar y que dan nombre a la isla no parecen reales sino diseñados por el pincel de un artista con influencias dalinianas.

Aunque es un lugar pequeño, hay mucho para hacer. Aquellos que quieran descubrir la rica y exótica vida submarina pueden aventurarse dentro de unos botes con fondo de cristal manejados por los lugareños o bien alquilar equipos de snorkel. Otra opción es pasear en canoa y también se pueden alquilar yates.

En la isla no hay transporte público, sin embargo es posible conseguir un auto o alguna moto que son populares allí a precios muy económicos. Aunque en este paraíso ecológico lo ideal es caminar y recorrer. El sol se pone a las 17 y 30 horas aproximadamente, entonces la tranquilidad se intensifica y el turista se prepara para saborear los deliciosos mariscos que allí se preparan: gigantes y sabrosos, acompañados de una dulcísima agua de coco o una copa de champagne.

La vida nocturna prácticamente no existe: no hay discotecas. Solo funcionan algunos hoteles lujosos que se adaptan al ambiente rústico. Si uno busca un poco más que comodidad en la arena, puede sin estar alojado, visitarlos, hacer uso de las reposeras  y las piscinas a cambio de consumir alguna bebida o snack en los bares de la playa. También hay otros hoteles menos lujosos, aptos para todo tipo de turista.

Conocida como “la isla más próxima al paraíso” fue descubierta por el capitán James Cook en 1774 durante su segundo viaje a Nueva Zelanda; fue él quien la bautizó con su nombre actual, asombrado por las increíbles araucarias columnaris que allí avistó. 

Se dice que Cook nunca desembarcó. Al parecer los primeros occidentales que la habitaron fueron misioneros católicos y protestantes que arribaron en 1840 junto con mercaderes interesados en el comercio de maderas para artesanías. Pero solo recién en 1853 los franceses tomaron posesión de la isla.